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Terrones de emoción

TERRONES DE EMOCIÓN

Javier Samper Madrigal

Hoy me desperté rebelde.

Decidí no peinarme el remolino.

Me la jugué con un pantalón verde

y le canté: ¡Truco! Al destino.

Así, sin cartas.

Mirándole de frente.

Hoy me levanté seguro de mí mismo.

A tanto llegó la bravía

que bajé la basura al mediodía.

Y aparqué en “zona azul” la furgoneta

llevando solo diez céntimos en la cartera.

Imaginen mi osadía.

Benditas emociones que te alegran el día.

Si llueve, salta sobre los charcos

como si fueran baldosas amarillas.

Y aunque no te lleven al país de Oz

solo se mojarán tus zapatillas.

Y serás feliz un rato.

De pequeño me enseñaron a andar seguro.

Quizá con cierta sobreprotección

pero por la esperanza de un buen futuro.

Yo aplico y valoro ahora tan buena intención

pero sin prescindir del punto canalla de la vida.

Y es que caminar por el lado salvaje

tiene dulces terrones de emoción en los que la Felicidad anida.

Caminando por el lado salvaje

CAMINANDO POR EL LADO SALVAJE

Briana María Macovei

Cada día cuando me levanto,

me alzo con un agradable sonido,

que es la brisa de un relajante río.

Al abrir los ojos, veo un camino,

que se llevó toda mi atención,

entonces decidí seguirlo.

Comencé a caminar y caminar,

rumbo a un lugar sin final,

que cada vez me atraía más.

A medida que caminaba,

me daba cuenta de que más me gustaba,

¡pues era el paraíso!

Mas esa agradable sensación,

como cualquier otra historia,

tenía un final.

Entonces, había de elegir entre dos rutas:

Una que aparentaba ser relajante, placentera, ¡gloriosa!

y corta, como la vida de una mariposa.

Por otra lado, había un camino muy duro,

duro como el corazón de un oso,

y largo, como todos los mares del planeta juntos.

Ésta se sentía muy tentada por el primero,

pues era bonito, magnífico y fácil,

no duro, largo y laborioso.

De repente, apareció una imagen en su mente,

era su madre, bella como un ángel,

recitando: “después del trabajo duro, siempre hay una recompensa”.

Al momento de escuchar esa misteriosa frase,

tan bonita como una nota de música,

su madre la despertó de un largo sueño.

Al final, los que eligieron el primer camino,

se quemaron en las llamas de esa pasión,

y los que eligieron el otro,

recibieron la más bella recompensa, la vida, la mejor inversión.

La culpa la tienes tú

LA CULPA LA TIENES TÚ

Rosa Llorens Ronda

No sé porqué me llevé la chaqueta

si lo que quería era ponerme los pantalones.

Nunca hago lo que pretendo.

La culpa la tienes Tú.

Me desorientas.

Me agotes.

Me confundes.

Me…

Pero te adoro,

porque entre los dos somos

cojos a dos piernas,

mancos con dos brazos

y tuertos con dos ojos.

Tú y Yo

no llegamos a hacer ni una buena mitad.

Y, sin embargo,

aquí estamos contemplando

nuestros simples rostros,

nuestros informes cuerpos

y nuestras nulas mentes.

Y, aún así,

nos morimos por acariciarnos,

por acompañarnos,

por estrujarnos.

Nos derretimos de deseo.

Deseo de uno por el otro,

que no siendo un todo,

somos dos un medio felices

caminando por el lado salvaje

de nuestra pequeña,

atiborrada

y desordenada casa

llena de vida.

A dos centímetros de la resaca

A DOS CENTÍMETROS DE LA RESACA

Esteban Torres Sagra

 

Siempre a dos centímetros de la resaca,

con un cuerpo foráneo cerca, inclinado al vicio,

cuyo nombre se diluye en tu memoria

y te produce contracciones de dolor do de placer

-nunca se distinguen sus espasmos-

en un cuarto con luz innecesaria.

 

Elaborando análisis en condiciones pésimas

de lo que la vida te ofrece y tú le ofreces,

un balance de pérdidas y ganancias

ocultas entre repeticiones de lo mismo,

haciendo funambulismo sobre un retrete

con el mango de un paraguas como pértiga;

porque tú ya has habitado hasta la náusea

-por supuesto sin red, sin arrepentimiento, sin estilo-

la piel tornasolada de la indiferencia

y has perdido la fe en su idiosincrasia.

 

Por el filo de una indecisión, hasta el extremo

de no poder volver al piso para recoger una camisa,

un teléfono, una partitura, una guitarra…

Con la excusa de una excusa tonta;

sin la escoba –o el fusil- de otro comienzo

para barrer los detritos de tu desolación

cuando ya no queda nada a qué aferrarte,

ningún oasis que vender en tu desierto,

emprendes la mudanza hacia otras lonjas

cargado de enseñanzas que se olvidan pronto

en la academia de un universo paralelo.

 

Aunque siempre avanzando hacia la luz

con los pasos ahorrados cuando niño,

presientes una bala apuntándote a la sien

o una mina debajo de las piedras

en los itinerarios peligrosos que visitas

para llegar hasta el fondo de un retrete

o para ver por la ventanilla de un tranvía

cómo la vida te dice adiós desde el andén

o se cruza contigo en dirección contraria.

 

Y tu conciencia, clavada en lo que nunca fue,

preguntándose en qué te equivocaste

-con el mango de un paraguas como pértiga-

pugna por seguir superando los límites

a dos centímetros de la resaca siempre.

Finalista IV Certamen Amalio Gran

Simplemente caminando

SIMPLEMENTE CAMINANDO

Julia Andreu Noguera

 

Google Chrome. RAE. Diccionario. “Salvaje”:

no cultivado, no domesticado; primitivo e incivilizado;

falto de educación y ajeno a normas sociales.

Inhumano. No controlado. No dominado.

 

Diccionario de sinónimos. “Salvaje”:

montaraz, bronco, montuoso;

bravío, agreste; selvático, silvestre…

Bestial, brutal….cruel….

 

Tantas formas de decirlo, de expresarlo, incluso de sentirlo,

y no alcanzo a comprender la magnitud de este concepto.

¿Qué se sale suficiente de la norma para hacerse diferente?

¿Dónde y quién marca la línea que limita a la gente?

¿No es algo peculiar o frecuente dependiendo de la lente?

¿Qué es salvaje?

¿Qué es demente?

¿Es acaso más que una contrariedad inconveniente?

 

Cuanto más conozco el mundo, más extraño me parece.

Vivo siempre entre dudas, más sólo entre dudas se crece.

Sé que aquello que no es mío a alguien le pertenece,

no hay pensamiento vacío si hay persona que lo aprecie.

¿Qué me da la autoridad para desdecir su idea?

¿Quién sabe si en un futuro llegaré yo a defenderla?

 

En la realidad que conozco carece de sentido tener fe ciega en nada.

Con el paso del tiempo he aprendido que no hay unas reglas fijadas,

no existe una línea pautada.

Que bien por fortuna o desgracia, vivir,

no es seguir instrucciones claras.

 

Todo el tiempo,

todos los días,

todos,

elegimos, pero pocos lo admitimos.

La libertad es aterradora por hacernos dueños de nuestros actos,

por permitirnos dudar y equivocarnos;

y por eso, aunque todos la tenemos, también todos tendemos a olvidarlo.

 

Cada momento vivido es decisión tomada,

y a lo que llamamos salvaje son decisiones inesperadas.

La línea tan sólo limita lo común y lo ajeno;

lo cómodo de lo desconocido;

nuestra norma de lo raro.

Lo “salvaje” es una ilusión que surge cuando necesitamos creer en algo.

Bien sea moral, bien sea sagrado, bien simplemente lo que parece acertado.

Es un grito desesperado por ser llevados de la mano,

por creer que hay leyes que nos protegen.

Lo que esta palabra aporta es unidad frente al hereje.

 

Yo no soy diferente en esto;

también temo,

también creo,

también desprecio;

a veces me arrepiento, a veces me reitero.

Pero no puedo ignorar el pensamiento sincero…

¿Qué harás tú de ser el marginado?

Por supuesto, lamentar ser el injusto despreciado.

Espero que tengas suerte y el castigo a tu pecado,

no pase de una mirada airada y murmullos por lo bajo.

 

Sabiendo todo esto o estando de acuerdo en algo,

¿quién se atreve así a mentir y llamar salvaje a lo extraño?

Para mí sería tres cosas: primero, nuevo.

Luego, interesante o mundano.

Y con el paso del tiempo,

una amalgama de adjetivos acorde a cómo mi pensamiento va cambiando.

 

No sé caminar por el lado salvaje,

ya que soy Yo la que marca mí línea, y Yo quién la mueve a diario.

Yo elijo si hablo o callo;

si muero o vivo;

si duermo o trabajo;

si ataco o esquivo.

Siempre habrá circunstancias, pero también habrá siempre opciones.

 

No tomaré decisiones con ánimo de ser cuestionada,

más tampoco evitaré las ideas censuradas.

Pretendo guiar mi juicio por la razón más franca.

Me llamen arquetipo o salvaje, me llamen vulgar o extraordinaria.

No pondré nombre a mis decisiones.

Seré muchas cosas:

todo lo que opine cada uno sumado a mis inestables nociones.

Finalista IV Certamen Amalio Gran

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