Por el camino de la puerta de hierro
entró un día de caracolas un hombre moreno
sus pasos lentos parecían mirar las piedras
Se paró. Ante la gran pared que anunciaba el olvido
rezó, de próximas arenas brotaría laureles y soles
para recoger las viñas que sembró
antes de entrar, oscuro y roto, en la inconsciencia
Senderos hay que se abran a mis pasos
llanuras rompiendo el horizonte
que se curvan ante la aurora de la madrugada
cuando oscurecen todas las estrellas
Si el ser nocturno rechaza la luz
la puerta abierta se torna cerrada
y los bailes de luna y alcoholes
transmutan las células en abismos
Casi parece la brisa un tálamo de flores
y el huracán un golpe de alondras
pero cuando cruzo el espacio que me separa del umbral
siento como una espada y cien cuchillos latiendo a mis espaldas
Será una noche de brumas sólidas
de hielo encapotado el cielo y las nubes
la lluvia será sangre de cordero de Pascua
y yo estaré nadando a la sombra del ciprés de mi tumba