Nunca
hubo números
ni pesos ni medidas
bastantes.
¿No te sobró el amor?
-golpeabas en mis oídos al huir-.
Nunca habrá números.
En la rama rota
bailaba el pájaro.
Cayó.
¿Tendrás alguna vez sombras de amor?
-gemías-.
El número se hizo ceros.
Un millón de multitudes
agolpadas en mis labios:
deberás buscarme en cada beso
-yo
soy todos-.
Y, en cada uno
te sigo mintiendo.
La matemática
(¿cuánto?)
engaña.
Volvamos a empezar:
uno más uno
es la mitad de siempre.
AMALIO GRAN