Ya ves, poeta,
¡ hasta yo, mendecita de mi mamá!
Ligando por allí más allá
Esposas. Queridas, novias, amantes,
Lo monté como no
¡ Caras costaron mis amores!
No caí. Golpeado. Destrozado
Caminante yo,
Caminante casi diurno
Noctívago de sueños arañados,
Vértigo ante la bruma segadora,
Náuseas de la columna vertebrada,
Espacioso era yo
Al andar
Sonreír
Generoso para dar
Decir y pronunciar
¡Monté tan alto!
Bruces secaron el desencanto,
Sílabas pérfidas me abogué.
¿Y todo ello?
Sin construir rastrojos
de nido hormiguero
sin chocar y dañar la suavidad
sin quejas de mordaza
de dé de dedo
sin fé de fecundidad
sin reposar en búsquedas de ella.