Máster en pereza
Esteban Torres Sagra
Me place morir en bancarrota al socaire de perezas
mundanales y vicios que han lastrado, recurrentes,
las naos de mis propensiones, el barco ministril de
mis talentos, la balsa sin fe en la que derivan
-siempre a favor de la corriente, nunca en
contra-mis pocas ganas de hacer algo.
Cuajé con la pereza de unos padres
que no me educaron por desidia,
según deduje luego de su floja idiosincrasia.
De ellos heredé las actitudes y el cansancio
propias de un gandul, flor de rutina,
su deriva por el mundo
dejando hacer toda su tarea a la desgana.
Pero fui de los que siempre perfeccionan
con la técnica del error y del ensayo las
cualidades mínimas con que nací y así
superé sus credenciales adjudicándome
un máster en pereza, que hasta ahora ha
sido maravilla para vivir sin doblar el
espinazo.
Aunque, créanme: rezo cada día
para que cambie mi suerte o mi rareza,
y le pido a Dios -si tuviese ánimo
lo haría hincado de rodillas-
que haga algo por cambiar mis fundamentos,
mis mimbres, mi falta de energía,
y luego le doy gracias en la noche
-en el habitat que más me gusta, entre las sábanas-
por haberme permitido otra jornada
ahondar en la utopía del trabajo.