Se ha abierto una pared sin puerta
de par en par, a cada lado el vacío
y arriba, en el alero, un pájaro
gritando sus amores a las antenas.
El sol ya nada en el cielo y la luna,
tranquila, no ha querido cederle el sitio.
Las terrazas están llenas de cables
y antenas frías, mates como queriendo un color;
mirando por la verde ventana y sobre la tapia
pueden verse, además del gris aún las golondrinas.
24-7-78
(Madrid)