FINALISTA: Miguel Paz Cabanas
En el bar de la frontera
hay hombres que me sueñan
como si yo fuese
su última esperanza.
No me refiero al ocaso
ni al deseo,
sino a un temblor
que es solo añoranza,
dolor apremiante
que no consiguen resolver.
Beben como ángeles
expulsados del paraíso,
trémula,
lentamente,
con sorbos avaros y lastimosos,
y en su gesto,
en la sombra cárdena del olvido,
solo hay cenizas y desgarro,
pureza y cicatriz.
Los miro sin énfasis,
desde la sombra,
y a través de sus ojos
y su miedo
veo paredes descascaradas,
perchas y camas,
roperos que se vacían,
anónimamente,
en vísperas silenciosas.
A punto de dormirse,
el cigarrillo en la comisura,
la noche sobre los ojos,
son incógnita o plegaria,
y esos hombres y el deseo,
con su lujuria frágil,
con su piedad marchita,
zozobran en mis canciones
viejas,
como salmos inaplazables
Y me pregunto,
lápida y herejía,
en esta noche lenta,
cuándo me llamarán,
cuando segarán los tréboles,
en qué banco helado y proscrito
dejarán su alma
para soñarme sin tregua.