Los sin voz

En la ciudad suspendida por un suspiro de miedo

¿Cuál es el aforo máximo del tiempo?

Con los dedos de la mano he de contar hasta quedarme manca.

Las palabras devueltas a la boca

como regurgitadas en un vómito de silencio

en este baile de máscaras suspicaces

escriben <<cuidado con el muro>>, en el vaho de los cristales:

me doy de bruces.

<<No tocar>>

<<No abrazar>>

<<No besar>>

Me siento como un fresco recién pintado

o como ese banco en el parque que acaban de barnizar

una pieza de museo

o una torre de alta tensión.

<<No respirar>>

¡Me ahogo!

Al menos nos quedará el hablar…

¿O acaso también lo prohíban?

Silencio

Silencio

silencio

                                    Patricia Tomás Sáez