El ruido va por dentro, dijo.
Te aplasta el ego, la condición,
surca las heridas y te hace daño.
El ruido va por dentro, resopló,
mientras se mordía el labio.
Corre por tus brazos y te inflama,
te hace alzar la mirada, encendida.
El ruido va por dentro, siempre,
cuando no tienes más que tus manos,
cuando no tienes más que tu hambre.
Y te asalta el pecho,
te corta la lengua y hiere.
Te lo tragas y te alimenta,
como al resto de tu clase.
Y sangras por dentro y ruido.
¿Y el silencio?
Ese va por fuera, me viste.
El silencio me arrastra,
me lleva a su merced.
Me doblega y me abofetea.
El mutismo me atormenta,
me contradice.
Me vapulea a su antojo,
sabe que no puedo hablar.
El silencio incendia mi ruido.
Es mi fragilidad la que me calla,
que me derrota ante el miedo.
Es mi precariedad mi sigilo,
mi vida, la que no tengo.
¿Es mi ruido mi silencio?
Sé que este silencio es compartido,
que lo vivo de la mano con ellas.
De las que cierran los ojos y aprientan,
de las que cuidan y aman.
Soy de ese silencio colectivo.
Yo soy de las que hincan la mirada,
de las que cambian las sábanas,
de los ¿cuánto te pongo?
y de las bajadas de persianas.
¿Es mi silencio mi ruido?
Yo soy la que barre y friega,
de las que amamantan.
Yo soy la que escucha y calma,
de las que acurrucan entrañas.
Dime cómo valer mi ruido.
Sé que soy todo y soy nada.
Sé que caeremos muchas veces,
pero seguiremos en la batalla.
¿Temen los pájaros volar
aunque estén en una jaula?
Arantxa Sampere Seguí