A la memoria de Amalio Gran
Quedaron en el camino
los amigos muertos,
los compañeros detenidos,
los conocidos despedidos
y algún pequeño burgués proletarizado.
Olvidamos las pintadas nocturnas,
las octavillas lanzadas bajo las ruedas
matutinas de los zetas,
las consignas gritadas al viento
y hasta la pancarta rota.
Llegamos a dudar de la utopía,
de esa realidad prematura,
y rompimos los moldes estéticos
de la solidaridad infinita.
Bebimos el amargo sabor de un despertar nuevo
y oímos las Voces en su eco
-como si nunca hubiesen sido tuyas
o mías- en rabia contenida.
Colgamos el traje de los días tristes
y alegres pasados. Y vestimos ropa limpia,
asquerosamente limpia, de sueños ilusorios
del nuevo despertar.
Y con aquella esperanza rota
dejamos pasar los días…
a la espera de la nueva primavera
que nos trajera un mundo mejor.
Mucho tiempo después,
tras la euforia de los años de desilusión
del voto cautivo y desarmado,
llegaron los primeros rayos de sol
deslumbrando a los incautos.
El ciclo se había cumplido,
la historia se repetía…,
y como hicimos entonces,
volvimos a las trincheras ingrávidas,
a las barricadas vacías,
a las noches en vela,
al sueño perpetuo de la utopía
y al Silencio eterno
de nuestra denuncia olvidada.
Ángel Sody de Rivas