A tumba abierta

El silencio me lleva a sitios vacíos,

donde mis huellas permanecen

y nadie las sigue;

a muros con siglos de tristeza en los ladrillos.

5 Enciendo un poema

y el humo de la soledad emana.

Duele más el dolor después de la carcajada.

Las palabras me arrastran al precipicio,

la rima me lleva de las manos

10 y baila conmigo cerca del filo;

ella sabe que nos amamos.

No sé si escribo a ciencia cierta o a fe despierta,

a luz de drama en el insomnio o a pierna suelta.

A veces camino entre líneas, casi nunca de puntillas;

15 siempre escribo a tumba abierta.

Escribo para parecer que sigo vivo,

para que se estreche más mi alma

al pasar por el pequeño pasadizo de la vida;

para no dejar de jugar si pierdo cada partida;

20 para que mis manos limpias acojan palabras

apretando el índice donde debió haber una pluma.

Para mirarme en tus ojos,

para romper mis estribos,

para reír en tu brillo,

25 para llorar sin sufrir,

escribo por no morir.

Escribo,

yo escribo para parecer que sigo vivo.

Y no pretendo que me leas,

30 ni pretendo encantarte

ni que me conozcas como nunca imaginaste.

Yo no quiero que, transparente,

te inunde cada suspiro como si fuera tuyo;

ni que las lágrimas que mis palabras vierten duelan.

35 Yo no deseo que tú me añores,

y añores mi verbo,

y vivas mi tiempo.

¡Y no quiero que me veas como a un bendito poeta!,

(me tengo por proxeneta de la palabra proscrita).

40 No hace falta que me leas y descubras mi desdicha,

yo iré muriendo igual en el papel aunque no leas.

A mí me duele siempre el aire con la boca cerrada

y me ayuda el cosquilleo en las entrañas.

Rimo rimas que no riman nada,

45 soy como el zahorí buscando ramas.

Como un navío húmedo en árido terreno —quejumbroso—

o una dulce herida amante de hueso en la piel quebrada.

Como un pez muerto que flota a la deriva

y antes de morir soñaba vida.

50 Escribo,

yo escribo para parecer que sigo vivo.

Como Platón en la soledad del propio abismo.

Ahora asoma la cabeza un ave en mi ventana;

su pico, picoteando cristales sucios,

55 me desconcierta.

Lo dejo por hoy y ya moriré,

quizás —seguro— un poco más,

mañana.

               Daniel López Valverde

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