Tríptico sobre la pereza

Tríptico sobre la pereza

Lázaro Domínguez Gallego

 

La pereza es pecado, no la tengas,

no la uses siquiera ni un momento,

ni te abraces a ella, es un invento

diabólico sin más. No la mantengas.

 

No la trates de tú, no la retengas

ni un segundo en tus brazos. Tu talento,

si es lúcido y normal, verá con tiento

que a su favor no existen las arengas.

 

Sé más bien diligente, sé estudioso,

activo en el trabajo cada día,

esforzado, aplicado, cuidadoso.

 

Y sentirás la dicha y la alegría

que el esfuerzo constante y generoso

concede a tu entusiasmo y valentía.

II

Vivir sin hacer nada, ¡qué fracaso!.

Cantarle a la poltrona, ¡qué locura!.

Bostezar sin parar, ¡qué chifladura,

qué derrota, qué estrépito, qué ocaso!

 

Habrá que repetirlo, por si acaso,

que nunca fue bien vista la postura

del zángano que lleva hasta la hartura

la pereza y desidia a cada paso.

 

Lo bueno, lo estupendo, lo grandioso,

lo que hace al hombre digno de ser hombre,

es la acción y el esfuerzo con medida.

 

Y lo malo, lo estúpido y ruinoso,

lo que al hombre le priva de este nombre,

es llamar a la holganza la gran vida.

 

No seas perezoso, la pereza

no es buena compañera, ni conviene

convivir a su lado, porque tiene

vacía de proyectos la cabeza.

 

Lo que da al corazón más fortaleza,

más brío, más vigor, lo que sostiene

el gozo de vivir, lo que mantiene

la dignidad en alto con firmeza

 

es la acción, el trabajo cotidiano,

el estudio, el fervor, el afán sano,

el celo con empeño diligente.

 

Y quien esto practica cada día,

sabrá lo que es gozar con alegría

de un vivir saludable y eficiente.