Poema a falta de epitafio

El recuerdo es cuanto menos onírico;

una extraña oración

sin afán ni atadura,

que dota al individuo de cordura

y que, sin él, uno queda inhibido.

El vaivén de las horas sin acierto

convierte al ego en loco,

¿cómo entonces prolongar su estadía

sin que se acabe muerto?

He aquí la salvación:

Escribe, escribe y escribe

hasta que el papel pierda simpatía

por tus manos, por tu sed, por tu cuerpo…

Hasta que el último verso derribe

tu peso a desazón.

Plasma sobre lo blanco tu memoria;

finge que eres experto

en escupir sangre, dolor e historia

a través de tus dedos

y teniendo muy poco.

Deshazte tira a tira y hueso a hueso

narrando lo vivido;

que al final morir, tan sólo morimos

si la gloria, el querer y los miedos

caen en el olvido.

Esther Alvira Cruz