Algo bueno

Vencidos los páramos

¿dónde queda la gloria?

Los camareros sirven copas de vino y jarras heladas,

y el queso fundido se vierte como lava

sobre pobres gargantas cansadas.

Helado de chocolate con limón

y mujeres hermosas en la playa.

Vestidos de seda y camisas blancas.

Deberían vivir en el cielo,

pero aquí duermen con nosotros,

aquí sacian su sed.

Miro a mi alrededor y veo viajes y miedo,

pero la derrota está aún muy lejos.

Cogemos las maletas con fuerza y lloramos

y seguimos produciendo buena música y buena cerveza.

Ríos de hielo que comienza a derretirse.

Y los pies se levantan un poco del suelo,

lo suficiente para mirar a Dios a los ojos,

y desear vivir el próximo segundo.

Recuerdo jugar al escondite con los demás niños,

los besos,

el delantal manchado

y las ranas del estanque

y veo que el eco de las risas no suena hueco

y la lluvia es dulce cuando cae sobre mis párpados.

La tinta sigue fluyendo

y aunque haya muerto varias veces en esta vida.

Algo más hace falta.

Algo bueno.

         Daniel Díaz Marquiegui