Va a ser la vulgaridad
el tono de la orquesta
de nuestras vidas.
En el recuerdo
se hallan las esperanzas
que nos hacían diferentes,
y solo sirven ya
como escape a la frustración
-saber que jamás volveremos a vibrar
con tanta fuerza-.
Siempre volvemos a lo mismo:
agotamos el pasado,
amontonamos las mismas anécdotas día a día,
escribimos las páginas en blanco del futuro
copiando las veinte primeras,
somos plagios de nosotros mismos
y la vergüenza nos obliga a repetir el rito
mientras esperamos, íntimamente, que se rompa.
II
Somos la unión de los diferentes,
los revolucionarios
que vamos a destruir el viejo mundo
apilados en las barras de los bares.
Somos los genios únicos,
los cínicos, los viperinos,
somos los profetas de la cloaca urbana.
Somos la nueva ola del hastío,
los autocoronados indiferentes,
los superiores, los aparte,
¿es posible
que no nos demos cuenta
de que somos
la progresión geométrica de la estupidez?
ÁMALIO GRAN 9-6-83
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