FINALISTA: Adrián Serrano Sanz
No renaces
antes de la sexta -o la séptima-
y entonces renaces como el grosor del filo,
como la sangre por dentro de la camisa,
y entonces otra,
y tú otro, y yo otra.
La medida de consumirse es una estaca flexible;
lo de dentro recorre las huellas,
y entonces otra,
y tú otro, y yo otra.
Tanteo las calles como una ausencia
y tu caída
en una ligadura de terciopelo
con la cicuta,
y para cuando amarillea el cristal
el vaso es una nota
de este retorno -y de todos-,
la vida era
todo eso que cabe,
lo que no se negocia;
la ausencia de los huesos,
la supresión de uno – y de todos -.
Y yo lidiando esta muerte
y este continuo sumergirse
en el líquido y dentro,
pero estos muertos tienen un nombre
pero este descenso tiene un nombre.
A menudo al otro lado de la barra
había una sinfonía
de heridas y carneros desangrándose,
de ojos tan mutilados como la muerte,
de un espacio ajeno, de la tierra quemada,
de desprenderse -como quien se desprende de sí mismo-;
y entonces bebían -y bebíamos-:
todos querían divertirse
en este último baile, en todo esto.
-Hoy es martes,
la séptima (has renacido en la segunda).
Te intuyo como una invasión,
como vomitar solo a las siete en el baño
o el vecino con los perros-.
Quizá este lidiar sea un naufragio.